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Salud Avanzada

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Salud Avanzada

Donde la atención médica, la ciencia y la formación se unen con un mismo propósito: cuidar y resolver juntos los desafíos más complejos de la salud.

01. Salud Avanzada
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Dar soluciones efectivas a los problemas complejos de salud
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En TecSalud combinamos la atención de alto nivel, formación de excelencia e investigación innovadora para lograr resultados que transforman vidas y contribuyen a un mundo más saludable.

Conoce las historias que hay detrás de cada pilar de TecSalud.

02. Salud Avanzada
Lena y el ECMO: la máquina que le devolvió el aire

Lena tenía apenas siete meses cuando una complicación por COVID-19 la dejó sin respirar. Gracias al programa ECMO de TecSalud, hoy vive una segunda oportunidad.

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La noche en que Lena, de apenas siete meses, dejó de respirar, el tiempo se detuvo. Una tos violenta, un vómito inesperado y, de pronto, el silencio. Sus padres, Mariana y Julio, apenas tuvieron segundos para reaccionar: salieron corriendo hacia una pequeña clínica de primeros auxilios, a cinco minutos de casa en Querétaro. Cuando cruzaron la puerta, la bebé ya estaba inconsciente.

“Llegamos y su mamá la traía en los brazos con un paro cardiorrespiratorio”, recuerda Julio.

Los médicos lograron estabilizarla, pero el diagnóstico era desalentador: complicaciones graves derivadas de COVID-19 habían dejado sus pulmones sin fuerzas para sostenerla. Los tratamientos convencionales ya no eran suficientes. Fue entonces cuando surgió la palabra que cambiaría su destino: ECMO.

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El último recurso
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ECMO, siglas en inglés de oxigenación por membrana extracorpórea, es un soporte de vida avanzado que reemplaza temporalmente la función del corazón y los pulmones. “Es el último recurso, cuando todo lo demás falla”, explica el doctor René Gómez, director del Programa ECMO en TecSalud.

En México, solo existe un programa capaz de realizar traslados especializados en esta terapia: el de TecSalud, en Monterrey. La decisión era clara, aunque arriesgada: había que llevar a Lena a más de 700 kilómetros de distancia.

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Una misión a contrarreloj
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Un equipo completo viajó desde Monterrey hasta Querétaro. Llevaron no solo tecnología de punta, sino también la experiencia acumulada en decenas de pacientes en situación crítica. Conectaron a Lena a ECMO y la subieron a la ambulancia que la llevaría a un avión con destino a Monterrey.

“Cuando la bajaron de la ambulancia, recuerdo que hicieron una pausa. Nos dejaron acercarnos para darle ánimos. Fue un instante que no olvidaremos”, cuenta Mariana.

En el Hospital Zambrano Hellion la esperaba una unidad de cuidados intensivos lista para recibirla. Los primeros días fueron los más duros. Cada latido, cada lectura en los monitores era una batalla. Pero poco a poco, contra todo pronóstico, Lena comenzó a mejorar.

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Una segunda oportunidad
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“Todo paciente que está en ECMO es el más grave del hospital”, señala el doctor César Hernández, especialista en Medicina Crítica Pediátrica. Y sin embargo, Lena sobrevivió.

Un año después, la pequeña ya camina, casi corre. Explora la casa con curiosidad incansable y está a punto de entrar a la escuelita. Para sus padres, verla crecer es un milagro cotidiano. “Lo que vivimos nos demostró que los milagros existen. No hay otra forma de explicarlo”, dice Julio.

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El único programa en México
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TecSalud ha desarrollado el único programa en el país —y uno de los pocos en América Latina— capaz de ofrecer soporte de vida extracorpóreo con traslados nacionales e internacionales, para recién nacidos, niños y adultos. Más de 45 especialistas, entre cardiólogos, cirujanos, neumólogos, intensivistas y expertos en ECMO, forman parte de este equipo multidisciplinario.

“Lo que deseamos en soporte de vida extracorpórea no es solo salvar una vida, sino devolver a un individuo íntegro”, afirma el doctor Gómez.

Lena es prueba viviente de ello. Una niña que, gracias a la ciencia, la coordinación médica y la fe inquebrantable de su familia, respira hoy con libertad el aire que una vez estuvo a punto de perder.

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03. Salud Avanzada
Carlos y el latido que le devolvió la vida

Cuando Carlos Pacheco Lomelí despertó en una cama de hospital y escuchó que su trasplante de corazón había sido un éxito, lloró. Tenía 22 años y la certeza de haber recibido algo imposible de medir: una nueva vida.

“Sentí que había vuelto a nacer”, recuerda.

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De la neumonía al corazón agotado
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Todo comenzó en 2021. Carlos enfermó de COVID-19 y la neumonía lo llevó a estar intubado. Logró superar esa batalla, pero el virus dejó una huella invisible: su corazón nunca volvió a funcionar igual. El bombeo era débil, insuficiente para sostener las necesidades de su cuerpo.

El joven originario de Aguascalientes pasó de llevar una vida normal a no poder realizar sus actividades diarias. “Con el tiempo mi corazón se fue debilitando más y más, hasta que ya no podía aguantar”, cuenta.

La única salida era un trasplante.

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Espera y esperanza
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En TecSalud, en Monterrey, Carlos fue ingresado a lista de espera. La incertidumbre era enorme: en México, los órganos son escasos y las posibilidades reducidas.

Pero la noticia llegó rápido. Apenas unos días después, se encontró un corazón compatible.

“El reto no solo era la compatibilidad, sino la logística. Ese corazón estaba a una distancia considerable, y había que asegurar su viabilidad en cada minuto del trayecto”, explica el doctor Luis Arturo Ramírez Valdivia, cirujano torácico y líder del procedimiento.

El órgano viajó hasta Monterrey. Primero por tierra, luego por aire, hasta que un helicóptero lo llevó directo al Hospital Zambrano Hellion. Allí, un equipo multidisciplinario lo esperaba preparado para la cirugía.

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Una nueva vida
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La noche del trasplante fue intensa. “Todos estábamos muy preocupados. Estos procedimientos siempre tienen riesgos”, recuerda María Lourdes Lucio, enfermera intensivista. “Ahora verlo recuperado es nuestra mayor alegría”.

El procedimiento fue un éxito. Cuando Carlos abrió los ojos y supo que el nuevo corazón ya latía dentro de él, no pudo contener las lágrimas. “Lloré porque me di cuenta de que había recibido otra oportunidad”. Hoy, bajo la vigilancia de su cardiólogo clínico, el doctor Jaime Guajardo, su recuperación avanza con firmeza. “Está contento. Acaba de cumplir años, y podríamos decir que es como su primer cumpleaños otra vez”, señala.

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La otra mitad de la historia
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El trasplante de Carlos no se explica solo con ciencia o con cirugía. También se explica con un acto de generosidad: la decisión de una familia, que en medio del duelo, aceptó donar los órganos de su ser querido.

“Estoy agradecido porque dijeron sí. Gracias a eso hoy tengo vida. Hay miles de personas que necesitan órganos para sobrevivir, y el hecho de ser donador puede cambiar muchas vidas”, reflexiona Carlos.

Su testimonio se une a un llamado que repiten médicos y especialistas: sin donantes, no hay trasplantes.

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El futuro en cada latido
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Carlos ya no es solo un paciente en recuperación. Es un joven de 22 años que piensa en retomar sus planes, en reconstruir una vida que estuvo a punto de apagarse. “Me siento esperanzado, tranquilo y contento de regresar a casa”, dice. Cada latido es ahora un recordatorio de que lleva en el pecho algo más que un órgano: un regalo que le permitió volver a empezar.

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04. Salud Avanzada
5mil días de inspiración

En muchas ocasiones las decisiones que tomamos en nuestra vida son influenciadas por aquellos que apreciamos. Y para el doctor Vicente Jiménez, la historia comenzó no en un momento, sino en una época, en la preparatoria, con la imagen nítida de su abuelo, el único médico de la familia, un cirujano pediatra, y que a los ojos de un Vicente de dieciséis años “fue su inspiración profunda”, recuerda. “Despertó en mí el deseo de seguir sus pasos”.

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En ese entonces, aún no imaginaba las madrugadas en los pasillos del hospital, el peso de una firma en un expediente o el latido de un corazón al borde del silencio. Solo sabía que quería ayudar, entender, curar.

Vicente comenzó su camino en las aulas de PrepaTec y cuando llegó el momento de elegir una universidad, la decisión fue casi natural. “El enfoque innovador del Tec me atrajo. Rompía con la enseñanza tradicional, y sentí que era el lugar ideal para formarme como médico”.

Pero la medicina es sin duda una carrera desafiante. Horas interminables de estudio, guardias, sacrificios. Pero también fueron los años donde la pasión por la medicina echó raíces profundas. “El cambio fue fuerte, pero con el tiempo me fui adaptando y encontré maestros que hoy son referentes. También amistades que se volvieron parte de mi historia”, dice. Entre ellos, recuerda al doctor Eduardo de Obeso, el primer hemodinamista que conoció, y que, sin saberlo, plantó una semilla que más tarde se convertiría en su especialidad: la cardiología.

Y ahí fue donde el corazón lo atrapó: “Es un órgano complejo, pero a la vez perfecto. Literalmente es el motor del cuerpo humano. Sin él, nada funciona”, explica.

Durante su servicio social, en un pequeño poblado de Doctor Arroyo, comprendió por primera vez lo que significaba realmente ser médico. Era el único en el centro de salud. Ningún otro doctor a quien consultar, ningún horario fijo, solo pacientes y necesidad. “Ahí sentí el verdadero peso y la responsabilidad de ser médico”. Fue también ahí donde se encontró con su vocación en su forma más pura: la medicina como acto de humanidad.

Desde entonces, su trayectoria se entrelaza con el crecimiento de TecSalud. Primero como estudiante, después como residente, y hoy como especialista. Ha vivido la evolución del sistema desde dentro: la integración de la tecnología, la llegada de la inteligencia artificial, la transformación de la enseñanza médica. Pero en medio de tanto cambio, él insiste en algo: “Podemos tener todos los avances, pero si perdemos la conexión humana, dejamos de ser verdaderamente médicos”.

Esa idea se ha vuelto su brújula. En sus clases y con sus residentes, repite un principio que aprendió con los años: “Detrás de cada diagnóstico hay una persona”. Lo dice con la calma de quien ha estado frente a suficientes monitores y quirófanos como para entender que los números no bastan.

La cardiología, dice, le ha enseñado a escuchar el cuerpo de los pacientes, pero también sus silencios. “Me conmueve verlos recuperarse. Me enoja la indiferencia o el trato deshumanizado. Y me da esperanza cada vez que veo a un estudiante motivado o a un equipo trabajando en conjunto”.

De madrugada, cuando camina por los pasillos del hospital antes de atender una urgencia, piensa en todo lo que lo trajo hasta ahí: su abuelo, las noches de estudio, los maestros que lo inspiraron, los pacientes que lo marcaron. “Pienso en la responsabilidad que llevo, y en lo afortunado que soy de poder hacer esto”, dice.

Desde aquel día uno en que entró a las aulas del TecSalud hasta hoy, más de cinco mil días después, sigue aprendiendo a ser mejor médico, mejor maestro y mejor ser humano. Cada jornada, cada paciente, cada clase, es una nueva oportunidad para inspirar a quienes vienen detrás de él.

Y así, mientras enseña a otros a cuidar el corazón, él sigue demostrando que el suyo nunca ha dejado de latir por la medicina.

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El Dr. Vicente Jiménez Franco es Cardiólogo intervencionista en el Instituto de Cardiología y Medicina Vascular de TecSalud y en el Hospital Zambrano Hellion de TecSalud, jefe del departamento de hemodinamia y líder clínico del equipo de Choque Cardiogénico de TecSalud.

Puedes encontrártelo en el piso 11 del Hospital Zambrano Hellion.

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